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Este blog se propone brindar información complementaria a las materias de Realidad Socioeconómica Mundial y Argentina, a modo de herramienta para la cursada.



miércoles, 5 de octubre de 2011

Dos estudios sobre la emigración reciente en la Argentina. Novick, Murias. Instituto de Investigaciones Gino Germani. Fac. de Cs. Sociales. UBA.

  1. Los latinoamericanos en Europa: a partir de los datos publicados por Naciones Unidas en relación a las migraciones internacionales, se pueden apuntar las siguientes tendencias: a) el números de migrantes se ha duplicado desde 1975. Casi 1 de cada 10 personas viviendo en el mundo desarrollado es un migrante. La cantidad de seres humanos que viven en otro lugar que no es su país de nacimiento alcanza a los 175 millones, b) el mayor volumen de inmigrantes reside en Europa – 56 millones -, mientras que 50 millones en Asia y 41 millones en Norteamérica, c) las políticas migratorias están cambiando. El 40% de los países poseen políticas migratorias que tienden a reducir los niveles migratorios y si bien los países desarrollados se inclinan a formular políticas restrictivas, los países subdesarrollados siguen la misma tendencia. Las recientes tendencias demográficas en la Unión Europea muestran que el decrecimiento poblacional observado se compensa con los flujos migratorios, y dentro de estos flujos el proveniente de Latinoamérica se intensifica. Efectivamente, la población europea envejece y crece muy lentamente. Italia es el ejemplo más claro de dicho proceso. En relación con los flujos, mientras que España y Alemania aparecen como los países más atractivos, Francia, Finlandia, Irlanda y Portugal se muestran como los de menor atracción migratoria. Un estudio específico sobre latinoamericanos en Italia indica que hacia 2001 los inmigrantes provenían mayormente de Brasil, Perú y Argentina. Los datos de algunas encuestas demuestran que el servicio doméstico es la principal fuente de empleo y que sólo un pequeño grupo ocupa mejores posiciones en el mercado de trabajo. Otra característica del flujo es la “feminización” y el incremento de las motivaciones económicas sobre las políticas. El citado panorama demográfico de decreciente fecundidad y progresivo envejecimiento en Italia explicaría la favorable actitud de las fuerzas políticas más conservadoras, en relación con el ingreso de argentinos. Así contrarias a la inmigración asiática y africana, los partidos políticos de derecha se pronunciaron sobre la conveniencia de sancionar normas que ayudaran el ingreso de argentinos, especialmente si eran descendientes de italianos. España también se ha transformado: de ser un país de emigración se ha vuelto receptor de inmigrantes. Según el Boletín Informativo del Instituto Nacional de Estadística, al 1 de enero del 2003, el número de extranjeros empadronados en España asciende a 2.664.168; más de la mitad de los cuales proceden de América Central y del Sur. Muchos de los inmigrantes carecen de ingresos suficiente generando una presión sobre los servicios de asistencia social primaria. A octubre de 2003, el número de ciudadanos extranjeros con tarjeta sanitaria para personas sin recursos económicos suficientes asciende a 619.598, de los cuales más del 60% son iberoamericanos. Otra mirada de este fenómeno surge de las acciones formuladas por el gobierno español. Una de ellas, lo constituye el Convenio de Colaboración Institucional que firma en julio de 2003, el Instituto de Migraciones y Servicios Sociales, y la Organización Internacional para las migraciones, mediante el cual se inicia la fase piloto del Programa de Retorno voluntario de Inmigrantes desde España; cuyos beneficiarios son los inmigrantes en situación de vulnerabilidad, con problemas de integración y las víctimas de la trata y el tráfico ilícito de personas. El programa ofrece un pasaje internacional de retorno al país de origen y ayuda económica para el reasentamiento. Otro estudio psico-social llama la atención acerca del elevado nivel educativo que muestran los inmigrantes argentinos recién llegados a España, expulsados por la grave crisis de nuestro país y su apego a los tradicionales valores de la clase media: expectativa de movilidad social ascendente, participación cívica, proyectos profesionales y laborales, consumo y manejo de información, énfasis en la educación.
  2. La experiencia argentina: En el análisis de los movimientos internacionales de personas, Argentina constituye un

caso relevante no sólo porque las migraciones internacionales han constituido un elemento

central en la construcción y desarrollo de su Nación, sino también porque el país pasó de ser

un receptor neto de flujos migratorios desde fines del siglo XIX hasta mediados de 1950, a ser

un expulsor neto en el último cuarto del siglo pasado, especialmente de mano de obra

calificada. La reversión de estos flujos estuvo asociada al menor dinamismo económico que

experimentó Argentina luego de la segunda guerra mundial y que implicó para el país un

retraso respecto de otras economías con mejor desempleo económico, conjuntamente con una

fuerte inestabilidad política a lo largo de su historia.

Desde mediados del siglo pasado, conjuntamente con la reducción de los flujos de

ultramar, se verificó un cambio en la composición de la población extranjera residente en el

país la que pasó a ser mayoritariamente originaria de los países limítrofes. Si bien estos flujos

tienen una larga tradición en el país –fundamentalmente en las zonas fronterizas–, desde la

década de 1960 comienzan a tener mayor visibilidad dado que se dirigen hacia los centros

urbanos, en particular hacia el Área Metropolitana de Buenos Aires.3

Paralelamente a este proceso que va convirtiendo a Argentina en el núcleo de un

subsistema regional de migración del cono sur (INDEC, 1997), comienza a observarse un

flujo creciente de salida de argentinos hacia el exterior, especialmente de mano de obra

calificada, que se dirige mayoritariamente a Estados Unidos, España, Italia y Canadá.

Período 1947-2005

Los efectos devastadores de la guerra en el Viejo Continente generaron las

condiciones para que un conjunto importante de europeos decidiera salir de sus países en

busca de mejores oportunidades. Argentina se convirtió, entonces, en un destino natural para

aquellas personas dado el conocimiento que se tenía sobre el país a partir de las redes

generadas por las corrientes migratorias previas. De esta manera, Argentina experimenta una

nueva (y última) oleada de inmigrantes de ultramar entre mediados de la década del cuarenta

y principios de los cincuenta siendo la tasa anual de entradas netas de alrededor de 7,5‰ entre

1947 y 1951.

Sin embargo, la rápida reconversión económica europea de fines de los años cuarenta,

conjuntamente con el retraso que empieza a experimentar la economía argentina se traduce en

un proceso de continua reducción de los incentivos para migrar hacia el país. En efecto, ya en

la segunda mitad del siglo XX las ventajas en términos de ingreso per cápita que Argentina

presentaba sobre España e Italia comienzan a revertirse sistemáticamente (Gráficos 2 y 3) al

tiempo que la inmigración europea prácticamente se detiene hacia finales de los años

cincuenta. En 1960 los salarios medios italianos superaban a los de Argentina en 50%

mientras que la brecha a favor de España era del orden del 13%. Estos diferenciales se

amplifican aún más en los períodos siguientes logrando cierta estabilización en la década de

los noventa. En particular, en 19885 las remuneraciones medias de Italia y España

representaban casi 4 y 3 veces a las de Argentina, respectivamente, mientras que en 2001 el

PIB per cápita del país era sólo la mitad del de aquellos países (Williamson, 1994).

La inestabilidad macroeconómica, el retraso económico, la instauración de regímenes

militares, la persecución política y el deterioro de la situación social que fue experimentando

Argentina a lo largo de las últimas décadas hicieron que desaparecieran los antiguos factores

de atracción que habían estado vigentes en la primera mitad del Siglo XX y que, por el

contrario, aparecieran elementos de expulsión de nativos hacia el exterior.

En efecto, uno de los rasgos característicos del período de posguerrra ha sido la fuerte

inestabilidad política por la que atravesó el país, fenómeno que impactó no sólo en las tasas

de entrada bruta de inmigrantes sino, también, en las de salida de argentinos hacia otros

países. La imposición de regímenes militares, con la supresión de las libertades civiles y

académicas, constituyó una causa importante de la emigración de profesionales y científicos a

partir de la década del cincuenta y hasta principios de los años ochenta. Tal como puntualiza Oteiza (1969), si bien en la década del cuarenta y cincuenta ya se

registraban ciertos flujos de emigración de investigadores, es a partir de la política de

represión llevada a cabo bajo la dictadura de Onganía (1966-1970) cuando estos flujos

aumentan significativamente. A lo largo del período que se extiende desde allí hasta el retorno

de la democracia en 1983, la llamada "fuga de cerebros" experimentó un crecimiento inédito

en el país. Sin embargo, la situación se volvió más dramática aún bajo la última dictadura

militar instaurada en 19766 en la cual se implementó una masiva persecución de intelectuales,

profesionales y alumnos en el marco de un proceso de represión global.

El cese de la persecución y represión a partir de la vuelta de la democracia contribuyó

a reducir la salida y a lograr el retorno de cierto número de científicos e intelectuales.7 Sin

embargo, la falta de políticas científicas y tecnológicas, la escasez de financiamiento para este

tipo de actividades, los diferenciales salariales y de oportunidades de empleo con respecto a

los países más desarrollados hicieron que el “brain drain” continúe e, incluso, se intensifique

durante las últimas décadas (Solimano, 2003a).

A lo largo de todo este período los incentivos económicos y políticos se configuraron

de manera tal de generar condiciones tanto para la expulsión de nativos como para la

atracción de nuevos flujos de inmigrantes, ya no de europeos, sino provenientes de países

limítrofes. En efecto, desde mediados de los años cincuenta, y paralelamente a los desarrollos

recién mencionados, se inicia un nuevo proceso en Argentina caracterizado por el aumento en

las tasas de entradas de inmigrantes provenientes de países limítrofes, especialmente de

Paraguay, Chile y Bolivia. Estos flujos, sin embargo, no eran nuevos; históricamente, estos

contingentes de inmigrantes se habían radicado en áreas rurales de las provincias argentinas

fronterizas con sus países, ocupando, en parte, los puestos de trabajo que eran dejados por los

nativos del interior del país quienes se desplazaban a las ciudades en el marco del desarrollo

industrial sustitutivo de importaciones. En una segunda etapa los inmigrantes empiezan a

reorientar su destino dentro del país desplazándose hacia las áreas urbanas, especialmente hacia la Ciudad de Buenos Aires y sus alrededores. Como puntualiza Grimson (2005), las primeras corrientes migratorias limítrofes tenían un carácter fundamentalmente rural-rural, transformándose luego en urbano-rural y, por último, en urbano-urbano. Ello ha posibilitado que a lo largo de todo este período la inmigración limítrofe fuera adquiriendo “visibilidad” no sólo como consecuencia de su mayor peso en relación al total de extranjeros en el país, sino debido a este desplazamiento desde las zonas fronterizas hacia los centros urbanos del país.

La dinámica migratoria de estos grupos se ha vinculado directamente con las diferentes etapas de desarrollo económico que experimentaron sus países de origen como, así también, con su cambiante situación política. Adicionalmente, estos flujos han estado

afectados por la política migratoria implementada en Argentina. En particular, bajo el último

gobierno militar (1976-1983) se produjeron modificaciones importantes al establecerse leyes

que restringían la entrada de extranjeros al país. En 1981 fue sancionada la Ley de

Migraciones a través de la cual se desalentaba la migración de países no europeos, se prohibía

la actividad económica de los limítrofes y se restringía su acceso a los servicios sociales

públicos. A partir de allí la legislación no ha tenido una orientación bien definida aún con el retorno de la democracia en diciembre de 1983: se sancionaron amnistías (por ejemplo la de

1984) pero también nuevos instrumentos restrictivos (como en 1985 y 1987); posteriormente,

se decretó otra amnistía en 1992-1993 y se firmaron convenios bilaterales con Perú y Bolivia.

Junto con estas medidas se implementaron políticas de control, incluyendo decretos de

expulsión de inmigrantes ilegales (Novick, 2001).

Sin embargo, más allá de ciertas coyunturas que pueden favorecer o retraer los flujos

de entrada a Argentina, para algunos países de la región la emigración hacia este país se ha

constituido en un fenómeno recurrente sobre el cual las diferentes fases de desarrollo

económico, social y político imprimen aceleraciones o desaceleraciones. En efecto, las

disparidades de ingresos que presenta Argentina respecto de otros países de la región han ido

configurando condiciones estructurales que explican la persistencia de los flujos de entrada de migrantes provenientes de la región, fundamentalmente de Bolivia y Paraguay, aún en fases

recesivas como las experimentadas por el país en la segunda mitad de los noventa. La consolidación de un mercado de trabajo regional, la existencia de redes originadas en los

flujos previos y los diferenciales de desarrollo favorables a Argentina parecen ser los factores

de atracción más importantes que han hecho que el país se transforme –conjuntamente con

Venezuela– en uno de los das naciones receptoras de migrantes más importantes de América

Latina (CELADE, 1998)

lunes, 27 de junio de 2011

Trabajo Práctico: La Industria en la Argentina.

Objetivo: analizar, a través de un estudio de caso, el devenir de la Industria a lo largo de la historia argentina hasta el proceso de privatizaciones llevado en los años 90.

Procedimientos:

- Elegir una industria, ya sea de bienes o servicios y analizar:
*origen.
*contexto económico argentino y mundial.
*consecuencias tanto positivas como negativas ante las distintas políticas económicas (sustitución de importaciones, desarrollismo, neoliberalismo) implementadas por los gobiernos hasta la década del ´90.
- Utilización de bibliografía pertinente.

jueves, 19 de mayo de 2011

El regreso de la democracia y la condena al terrorismo de Estado

Actividades para analizar el regreso de la democracia en 1983 y el modo en que la sociedad actuó en relación con el pasado reciente.

Actividad 1: palabras de Alfonsín (grupo 1)

Los temas más candentes al asumir el gobierno democrático de Raúl Alfonsín en diciembre de 1983 fueron el de las violaciones a los derechos humanos durante la última dictadura militar y el de la situación de los militares en un nuevo contexto democrático.
Para ello, los alumnos comenzaran por investigar la actuación de Raúl Alfonsín durante la dictadura militar y qué planteaba en sus propuestas en 1983, durante la campaña por la presidencia.

En estos enlaces se puede encontrar discursos de Alfonsín en distintos formatos:

Discursos en audio
Discursos transcriptos

Para analizar los discursos, se puede hacer hincapié en las siguientes cuestiones:
· Temas que se abordan.
· Actitud de Alfonsín ante el pasado político.
· Actitud de Alfonsín ante el cambio que encabeza: promesas, expectativas, etc.
· Posible repercusión de sus discursos entre los miembros de la sociedad.

Actividad 2: la CONADEP y el Nunca más (grupo 3)

En cuanto al período posterior a las elecciones democráticas, resulta de interés focalizar el estudio en la formación de la CONADEP y el informe que más tarde elaboró. Los alumnos deberán averiguar quiénes formaron parte de esta comisión y cuál fue el resultado de su labor. Para ello, se propone utilizar el libro Nunca más, que está disponible en línea.

Se sugiere además algunos enlaces para acompañar esta investigación:

Nunca más: informe Sábato
Creación de la CONADEP
Compendio de documentos elaborados por la CONADEP

Los alumnos en la toma de notas durante el proceso de investigación deberán registrar la mayor cantidad de información posible: datos, imágenes, direcciones de Internet que les parezcan interesantes, impresiones personales, ideas que surjan durante la búsqueda, testimonios de familiares, amigos o vecinos, etc.

Actividad 3: el Juicio a las Juntas (grupo 2)

Los alumnos que realicen una investigación sobre este tema deberán seguir los siguientes items para guiar la tarea:

· Identificar de qué se trató este juicio y quiénes fueron condenados.
· Conocer la situación legal de los condenados en la actualidad. Se sugiere a los estudiantes que realicen un recorrido por la historia de los años posteriores y recaben información sobre las leyes de Punto final y Obediencia debida, durante el gobierno de Alfonsín; los indultos otorgados por Carlos Menem y su derogación, finalmente, sobre la declaración de inconstitucionalidad de las llamadas leyes del perdón.
· Profundizar en las reacciones y estrategias de los organismos de derechos humanos frente a estos vaivenes.
· Dar cuenta de la importancia que tuvo el Juicio a las Juntas para el respeto por los derechos humanos y la justicia en la Argentina.

Para apoyar este trabajo se sugiere algunos enlaces:
Orden presidencial para procesar a las juntas militares
Extracto de la acusación del fiscal Strassera
A 20 años del Juicio a las Juntas

jueves, 17 de marzo de 2011

Normas para la producción de trabajos académicos

Pautas de presentación


Los trabajos universitarios se deben escribir en computadora en hoja tamaño A4 o carta.
El tipo de fuentes más usado es Arial 11 o Times New Roman 12.
El interlineado debe ser de 1,5 o doble.
Los márgenes deben estar justificados.
La carátula debe ser sobria (sin decoraciones)
Al final debe incluirse la bibliografía utilizada.

Referencias bibliográficas
Libros

Apellido, nombre del autor (punto)
Año de la primera edición (entre paréntesis) (optativo)
Título y subtítulo de la obra en cursiva (punto)
Lugar de edición (dos puntos)
Editorial (coma)
Fecha de edición del presente ejemplar (punto)
Cantidad de páginas e ISBN (optativo)


Ejemplo Libro:

Ortega y Gasset, José (1930). La rebelión de las masas. Buenos Aires: Círculo de lectores, 1983.


Artículos de publicaciones periódicas

Apellido, nombre del autor (punto)
Título del artículo (punto)
Nombre de la revista en cursiva (punto)
Mes (si figura) y año (coma)
Volumen y número de fascículo (coma)
Páginas en las que aparece el artículo


Ejemplo Artículo de una publicación periódica:

Boido, Guillermo. La polémica sobre el enfoque whig en la historia de la ciencia. Análisis Filosófico. 1988, vol. XIII, N° 2, 123 - 132.

Capítulo o ensayo en obras colectivas

Apellido, nombre del autor (punto)
Título del capítulo (punto)
“En:”
Apellido y nombre de quien está al cuidado de la obra colectiva y la aclaración “(comp.)”
Título de la obra colectiva en cursiva (punto)
Lugar: editor, fecha y páginas en las que aparece el texto

Ejemplo Capítulo o ensayo en obras colectivas:

Putnam, Hilary. Significado y referencia. En: Rabossi, Eduardo (comp.) (1995). Filosofía de la mente y ciencia cognitiva. Barcelona: Paidós, p. 55-89.

Periódicos

Apellido, nombre del autor (punto)
Título del artículo (punto)
“En:”
Título del periódico en cursiva (punto)
Fecha (coma)
Sección y página en que aparece el artículo


Ejemplo Periódicos:

Cristoff, M.Sonia. Apología de la inmovilidad. En: La Nación, 29/12/2002, pág. 33.

Internet

Apellido y nombre del autor (punto)
Título del artículo (punto)
“En:”
Dirección donde aparece el artículo entre “  ”
Fecha en que se recogió la información.


Ejemplo Internet:

Weintraub, Roy (1996). What Defines a Legitimate Contribution to the Subdiscipline “History of Economics”? En:  http://www.econ.duke.edu/~erw/Preprints/HES.editorial.html  , 14/08/2004.


Cómo citar ideas de otro autor

Citas textuales (1) Notas al pie:

Al finalizar el párrafo citado se coloca el número que refiere a una nota al final (o “pie”) de la página. Allí se debe incluir la referencia bibliográfica y la página de la obra de la que se extrajo la cita.
Las citas textuales van entre comillas y no pueden exceder las 1000 palabras.

Ejemplo:
Veamos una de las ventajas de organizar una empresa de modo horizontal según lo expone Ostroff: “Organizar a una compañía de manera horizontal con base en los grupos de los procesos centrales ayuda a canalizar la información hacia la gente que la necesita, en el momento en que debe contar con ella.”1




1Ostroff, Frank. La organización horizontal. México: Oxford University Press, 1999, pág. 87.

Citas textuales (2) : Citas dentro del texto

Al finalizar el párrafo citado se coloca entre paréntesis el apellido del autor,coma, el año de edición, dos puntos, y el número de página de la que fue extraído el fragmento.

Ejemplo:
Veamos una de las ventajas de organizar una empresa de modo horizontal según lo expone Ostroff: “Organizar a una compañía de manera horizontal con base en los grupos de los procesos centrales ayuda a canalizar la información hacia la gente que la necesita, en el momento en que debe contar con ella.” (Ostroff, 1995: 87)

Citas no textuales

Cuando se parafrasean las ideas de otro autor, también se debe mencionar la obra en la que aparecen esas ideas.

Ejemplo:
Como plantea Frank Ostroff, la organización horizontal promueve una circulación de la información más eficaz (Ostroff, 1999:87)

Recuerde:
No se debe copiar o parafrasear partes de trabajos de otras personas sin la correcta mención de su fuente.
No se pueden presentar como propios trabajos elaborados por otras personas (bajados de Internet, comprados o elaborados por otros alumnos).
No se pueden presentar trabajos propios elaborados para otros fines.

jueves, 10 de marzo de 2011

Formas de organización estatal

Realidad Socioeconomica Argentina.

Actividad 1: Caracterización de cada modelo de Estado (interventor/mínimo).

Objetivo: elaborar un informe a fin de caracterizar estas dos formas de organización, a partir de una investigación, teniendo en cuenta para ello los siguientes puntos:

- Ejemplos históricos;
- estadísticas;
- teorías de pensadores económicos;
- ventajas y desventajas de cada modelo.

Es especialmente importante que se desarrollen las consecuencias sociales que cada una de estas formas cree tener, y cuáles son las consecuencias que efectivamente se dan.

Para realizar esta investigación pueden tenerse en cuenta:

- La biblioteca de la escuela (libros de historia, manuales de economía, etc.);
- noticias de diarios;
- encuestas a adultos.

Los siguientes enlaces pueden resultar de interés para llevar adelante este trabajo:

Keynes (biografía y otros datos)
Friedman (biografía y otros datos)
La Riqueza de las Naciones (A. Smith)
Neoliberalismo
Keynesianismo

martes, 22 de junio de 2010

La Argentina frente al nuevo panorama político y económico mundial.



La llegada del peronismo por cuarta vez al poder se produjo en julio de 1989. Fue el año de la caída del Muro de Berlín y el derrumbe de la caída de los regímenes comunistas en Europa central en el marco de la disolución de la Unión Soviética, ocurrida en 1991. el año 1989 fue también el del Consenso de Washington. Se denominó así a un conjunto de acuerdos convenidos por representantes de organismos estadounidenses e internacionales. Intervinieron en ellos miembros del Banco Mundial y del FMI, del Departamento del Tesoro y del Departamento de Estado de los Estados Unidos, de los ministros de finanzas del grupo G-7 (los siete países más industrializados), y los presidentes de los bancos de mayor alcance internacional. Se acordó que se otorgaría ayuda financiera a los países que sufrieran inconvenientes con el sector externo, en la medida en que estos aceptaran las ideas económicas del Consenso. Las medidas que los países en dificultades – es decir, los países no desarrollados, y entre ellos los de América Latina – deberían implementar eran las siguientes: reformar al Estado desregulando sus actividades, otorgar facilidades a las inversiones extranjeras, liberar el sistema financiero, mejorar el sistema impositivo y luchar contra el déficit fiscal.

La apertura de la economía.

Carlos Menem, en su discurso ante la Asamblea Legislativa Nacional, anunció el comienzo de una nueva política con estas palabras: “Desde el Estado nacional vamos a dar el ejemplo a través de una cirugía mayor que va a extirpar de raíz males que son ancestrales e intolerables. Todo aquello que puedan hacer por sí solos los particulares no lo hará el Estado Nacional.”
Meses antes de su asunción a la presidencia, Menem había anunciado su acuerdo con el holding Bunge & Born, para que uno de sus hombres se hiciera cargo del Ministerio de Economía. Finalmente se impuso el nombre de Néstor Rapanelli, un alto ejecutivo del grupo empresario. El nuevo ministro anunció el 17 de julio un plan de drásticas reformas para el sector público, un acuerdo con 300 empresas líderes para congelar los precios por 90 días y una convocatoria para la realización de negociaciones paritarias entre empresarios y sindicatos. Al día siguiente, el Poder Ejecutivos envió al Congreso los proyectos de leyes de Reformas del Estado, y de Emergencia económica, que marcaron un claro distanciamiento con las premisas del peronismo histórico. Por el primero, se le otorgó al Poder Ejecutivo amplias facultades para la ejecución de un plan de privatizaciones, olvidando las críticas efectuadas – poco tiempo antes – por los justicialistas a los intentos privatizadores de Alfonsín. Por el segundo, el Estado fue liberado de su obligación de “comprar lo nacional”, suspendiéndose por el período de seis meses toda clase de subsidios. La UIA y la SRA otorgaron un inmediato respaldo a estos proyectos. La Ley de Reforma del Estado fue aprobada el 17 de agosto sin el acuerdo del radicalismo, mientras la ley de Emergencia Económica fue sancionada el 1 de septiembre, luego de reformas impuestas por el radicalismo.

Las privatizaciones, contempladas en la Ley de Reforma del Estado, no se hicieron esperar. En agosto, Roberto Dromi (ministro de Obras y Servicios Públicos) anunció la venta de las emisoras de radio y los canales de televisión del Estado, mientras María Julia Alzogaray, designada para la privatización de ENTEL, hacía lo mismo con dicha empresa. En septiembre continuaron los anuncios con SEGBA (Servicios Eléctricos del Gran Buenos Aires), los ramales ferroviarios y la desregulación de la actividad petrolífera. Mientras tanto, algo quedaba pendiente y era atender las expectativas de obreros y sindicatos peronistas que habían votado al gobierno, y recordaban las consignas preelectorales basadas en el “salariazo” y la “revolución productiva”. En septiembre de 1989, el presidente anunció que no se permitirían aumentos salariales, y Rapanelli informó que de ese momento en adelante, los aumentos se harían en base a la inflación proyectada (por el gobierno) y no en relación a la inflación pasada. Ante esos hechos, la CGT se dividió en dos grupos, uno conciliador con las políticas gubernamentales encabezado por Andreoni, y otro confrontativo dirigido por Saúl Ubaldini.

Hacia fines de 1989, la situación económica empeoró. Los controles de precios, salarios, de cambio y tasas de interés eran la parte no tolerada de la política oficial, por los que demandaban una política económica abierta y liberal. El gobierno devaluó fuertemente el austral y liberó el mercado de cambios. Fueron aumentados combustibles, tarifas y salarios. El dólar se disparó otra vez, la inflación pasó del 6,5% al 40%, y Rapanelli fue reemplazado por Erman González quien, al comenzar el año 90, canjeó compulsivamente los depósitos de los ahorristas por BONEX (Bonos Externos). Fue un acto de expropiación con graves consecuencias para los pequeños y medianos ahorristas. El primer día de cotización la lámina de 100 Bonex se vendió a menos de la mitad de su valor nominal. En febrero, la inflación alcanzó el 79% y llegó al 95% en marzo de 1990. En abril, la situación mejoró y hacia el mes de noviembre, el gobierno considerando que el Estado era un mal administrador, anunció la privatización del Jardín Zoológico y de Aerolíneas Argentinas, mientras el 18 de diciembre, informaba la misma decisión para 13 organismos estatales (SEGBA, OSN, Gas del Estado, YPF, Puertos, ELMA, Yacimientos Carboníferos Fiscales, Vialidad, Ferrocarriles, la Casa de la Moneda, la Junta de Granos y Subterráneos). Los beneficiarios de las privatizaciones fueron los grandes grupos económicos más poderosos del país asociados con operadores internacionales. La concentración económica creció y estos grupos aumentaron su poder e influencia. Una de las características más negativas de las privatizaciones fue la de otorgarles a las empresas un virtual monopolio en su área de acción. A pesar de todo, la inflación no se detenía. Fue entonces cuando se aprobó el paso de Domingo Cavallo de la Cancillería al Ministerio de Economía.

Convertibilidad, estabilidad y desocupación.

El 19 de febrero de 1991, Cavallo, con muy buena imagen, asumió la conducción del Ministerio de Economía y envió su proyecto de Ley de Convertibilidad al Congreso. El plan fue convertido en ley de la Nación; en Diputados votaron en su contra el radicalismo, el partido Intransigente, la Democracia Cristiana y otros partidos de izquierda.
A partir de 1992 comenzó a circular la nueva moneda: el peso, que equivalía a un dólar. El Banco Central debía contar con una reserva de divisas igual a la moneda en circulación, y se prohibió emitir moneda sin respaldo. El alza de precios se desaceleró y continuó así, hasta que en 1996, la Argentina figuró entre los países con menos inflación del mundo. Se implantó un régimen tributario con fuertes controles sobre la evasión de las pequeñas y medianas empresas. El plan permitió alcanzar la ansiada estabilidad; con esto retornaron las ventas a crédito, y la economía se reactivó. Los años 1991, 92, y 93 evidenciaron esa recuperación: de 200 mil heladeras vendidas en 1990 se pasó a cerca de 800 mil en 1993, la demanda fue también intensa en lavarropas, televisores y automóviles.
Estos logros tenían una contracara: la caída del salario real. Éstos, a partir de 1990 comenzaron una declinación ininterrumpida. Se trabajara tanto en el ámbito público como en el privado, el resultado era el mismo. En el primero, el congelamiento era resultado de las restricciones presupuestarias; en el segundo, la misma reducción salarial era, de decía, condición necesaria para poder competir.
La convertibilidad no solo ocasionó el derrumbe de los salarios, sino un masivo ingreso de capitales que produjo una desconocida liquidez (disponibilidad de dinero), a partir de la cual apareció una sensación de riqueza disfrutada por los sectores medios que no volvería a repetirse. Mientras tanto, la espectacular venta de empresas o activos públicos atraía a inversores externos y capitales repatriados. Su compra fue disputada por los grandes grupos económicos locales, y conglomerados extranjeros conocidos, desarrollándose un proceso de concentración económica que perjudicó, y en muchos casos, llevó a la quiebra a la mediana y pequeña empresa nacional. En este marco, fue destacado el papel jugado por las empresas trasnacionales, que en alianza con representantes de la burguesía nacional, tomaron el control de las empresas alimenticias, industriales y supermercados.
El Estado se fue desprendiendo de la administración de tantas empresas deficitarias. Estaba recaudando como pocas veces en su historia y había recibido unos 200.000 millones por las privatizaciones. Ahora tenía las manos y el presupuesto libres para ocuparse de los temas que justifican su existencia: salud, educación, asistencia y previsión social y seguridad.
El primer cimbronazo del plan Cavallo se produjo entre 1994 y 1995 como consecuencia de la crisis mexicana. Con el llamado “efecto tequila” se inició el ciclo económico caracterizado por la fuga de capitales, la recesión y el aumento constante del desempleo. En 1996 la crisis provocó la renuncia de Cavallo y Roque Fernández asumió como ministro de Economía, sin que mejorara sustancialmente la situación económica.

El fin del Estado Benefactor.

Los acuerdos iniciales del gobierno de Menem con el empresariado y las medidas propuestas por el Consenso de Washington exigían una reforma del marco legal regulatorio del mercado laboral. Estas reformas se denominaron flexibilización laboral y apuntaban a minimizar costos a partir de la reducción de las indemnizaciones por despidos y de la generalización de los contratos de trabajo por tiempo corto, ignorando la continuidad y seguridad en el empleo.
La precarización laboral (trabajo mal pago e inseguro) había hecho su aparición durante el gobierno radical (que introdujo la llamada contratación a tiempo determinado) pero fue en la década de los 90 que alcanzó dimensiones insospechadas. Algunos de los instrumentos legales que posibilitaron la flexibilización laboral fueron: el decreto 1334 de 1991 que impuso la mejora en la productividad como único medio para alcanzar aumentos salariales, la ley de accidentes de trabajo de ese mismo año, por la que se fijaron topes y menores indemnizaciones por esa causa, y la ley de empleo de 1993, por la que se redujeron los aportes patronales para jubilaciones y obras sociales, junto con las indemnizaciones por despidos injustificados. Tras diez años de cambios económicos estructurales, el país recuperó la confianza en su moneda y volvió el crédito. Sin embargo, según datos del Banco Mundial a mediados de 1999, el 20% más rico de la población se queda con la mitad del ingreso nacional, mientras que el 20% más pobre solo recibe el 5%; casi la mitad de la población argentina vivía en la pobreza.

lunes, 5 de abril de 2010



Pagina 12
Domingo, 28 de febrero de 2010


La “amenaza” del Estado

Por Mario Rapoport *





John M. Keynes, economista inglés (1883-1946).

La cuestión del Fondo del Bicentenario oculta otra sin duda más importante: la del rol del Estado en la vida económica y social del país. En los “dorados” años ’90 la revista liberal The Economist (20-9-1997) dedicaba uno de sus números al futuro del Estado. Para dar el tono, en la tapa se dibujaba una implacable mano mecánica que amenazaba con un dedo a una pobre mujer solitaria huyendo despavorida. Y en el interior de la revista se destacaba, entre otras cosas, que “el crecimiento de los gobiernos en las economías avanzadas [...] ha sido persistente, universal y contraproductivo”, llegándose a afirmar que la “democracia es verdaderamente incompatible con la libertad”. El extremo era una foto de estudiantes festejando su graduación subtitulada: “Hagamos que ellos paguen” (su propia educación). Esas ideas, tan primitivas (y peligrosas) empujaron la crisis mundial que padecemos.
En verdad, durante décadas, los magos del neoliberalismo han demonizado al Estado. Con un pase de magia nos han dicho que “achicar el Estado es agrandar la nación”. Pero esta frase tenía significados ocultos; no se lo estaba haciendo desaparecer, se hacía creer que desaparecía mientras seguía muy activo tratando de mantener el orden establecido o de alterarlo de acuerdo con los intereses de los que detentaban el poder en ese mismo Estado. Por supuesto, el endeudamiento público servía para agrandar fortunas personales. Todo esto con la complicidad de entidades internacionales, que ayudaron a “desfondar” las riquezas que quedaban.
Bajo el predominio neoliberal, el Estado se desentendía de cualquier acción destinada a paliar las desigualdades sociales generadas por el mercado, e incluso las acentuaba a través de la legislación laboral y de políticas que fomentaban el desempleo. Tenía, sin embargo, una activa participación en la desregulación de las actividades financieras, la apertura externa, la venta de activos públicos y el sostenimiento de un “cepo” cambiario. En este último caso se trataba, paradójicamente, de un tipo de cambio fijo, para el que la libertad de mercado no funcionaba, aunque ayudaba a garantizar la entrada de capitales externos y su tasa de rentabilidad posibilitando, luego, su posterior fuga. Más aún, si nos remontamos hacia atrás, la prédica de un Estado presuntamente imparcial, con escasa o nula intervención en la actividad económica, queda desenmascarada cuando se observa que la implantación de los modelos neoliberales es precedida y acompañada en América latina por el terrorismo de Estado, como en Chile, en 1973, y en Argentina, en 1976. El discurso que promovía la retirada del Estado de la esfera económico-social no impedía, en nuestro país, llevar adelante la contención del salario nominal, la disolución de la CGT, la supresión de actividades gremiales y la reforma a la Ley de Contratos de Trabajo. Tampoco significaba un impedimento para implementar la Cuenta de Regulación Monetaria, una especie de subsidio indirecto y garantía del sector financiero; así como la nacionalización por conveniencia personal de la Compañía Italo-Argentina de Electricidad, de la que Martínez de Hoz había sido director. Y todo ello completado con la socialización/estatización de la deuda externa privada, en la que tuvo responsabilidad el entonces presidente del Banco Central, Domingo Cavallo. Es decir, como afirmaba Karl Polanyi, “el laissez faire no era un método para lograr una cosa, sino la cosa que quería lograrse”, sólo alcanzable por medio de la acción estatal.
En el orden mundial ha ocurrido lo mismo. Tanto en el caso de Thatcher como en el de Reagan fueron poderosas intervenciones públicas las que impusieron nuevas reglas del juego a los actores económicos en beneficio de los más ricos; las que redujeron la protección social y abrieron la vía de la globalización y la desregulación de la actividad económica con su secuela de burbujas especulativas y crisis periódicas. Pero, al mismo tiempo, tanto en el campo de la seguridad interna como en el terreno internacional –cuya muestra más clara fue la invasión a Irak– los gastos del Estado se multiplicaron hasta llegar a ser calificada esa política como una especie de keynesianismo militar. Cierto es que el Estado norteamericano actuó en momentos críticos a fin de tratar de ayudar a las grandes empresas o bancos en quiebra de su país. Como en el caso de las Cajas de Ahorro y Préstamo en los años ’90, o en la actual acción masiva para salvar a instituciones financieras. Siempre, claro está, con el dinero de los contribuyentes (ergo, la recaudación fiscal del Estado). Según Philippe Frémeaux, un respetado economista francés, “las teorías de Friedrich Hayek y Milton Friedman fueron útiles para reducir la redistribución de los ingresos de los más pobres, pero se regresa bien rápidamente a John Maynard Keynes cuando se trata de salvar al capitalismo de su derrumbe”. Parafraseando al recordado Atahualpa Yupanqui: “Las pérdidas son de todos, las ganancias son ajenas”.
Para eliminar confusiones: el Estado nunca se fue. Frente a visiones que lo reducen a un aparato burocrático, a un conjunto de instituciones relacionadas con la conservación del orden sobre un determinado territorio (detentando el monopolio de la violencia legítima según Max Weber), el tipo de Estado resultante en una sociedad es la consecuencia del orden socioeconómico que logran imponer los sectores cuyos intereses son hegemónicos. Por eso se produjo el salvataje bancario. Pero no se avanzó mucho más, no hubo una reorientación de recursos hacia las principales víctimas: ahorristas, propietarios de inmuebles, pequeñas y medianas empresas, desocupados, etc.
Curiosamente, si el sistema bancario y financiero, responsable de la crisis, no fue castigado, ahora se pretende punir a algunos estados nacionales. Por ejemplo, se quiere obligar a Grecia y a España a realizar políticas de ajuste (achicar el gasto público, reducir empleos y salarios, etc.) como las que fracasaron en la Argentina, haciéndolos responsables de sus propias crisis. Claro que esos países tienen un serio problema: no pueden devaluar su moneda porque están en la zona del euro, esa especie de “dolarización” a la europea.
Aquí se trata de frenar la utilización de las reservas para evitar que el Estado las “malgaste” cuando EE.UU. sobrevive a su endeudamiento gracias a la emisión de dólares o bonos. Pocos critican la fuga de capitales por cifras mayores al propio Fondo (eso no es “malgastar” las reservas, hay que conservarlas para cuando sea necesario volver a llevárselas), pero se quiere impedir que se utilicen (aunque pueda discutirse la forma más conveniente) para gastos sociales y de infraestructura y para aliviar la deuda pública externa. El Estado es un mal administrador salvo cuando tiene que socorrer al capital privado estatizando su propia deuda, como en la última etapa de la dictadura militar.
Como decía Keynes frente a la crisis del ’30, “lo que nos hace falta ahora no es apretarnos la cintura, sino animar la expansión y la actividad, comprar cosas, crear cosas”. Y los medios para ello no deben venir de un ilusorio y condicionante financiamiento externo, sino de la propia lógica del crecimiento interno que permitió generar recursos financieros genuinos. La experiencia de la crisis de 2001 es una ventaja que no podemos desaprovechar porque conocemos el final de la película. Cuidémonos de no repetirlo.
* Economista e historiador.
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